* Por Ailén Ponce
Continuamos con nuestro ciclo “ARTE Y SUSTENTABILIDAD, Interconexiones contemporáneas”, realizado por PAN + el Centro Cultural Universitario Paco Urondo + Centro Universitario Tilcara, Jujuy, ambos pertenecientes a la Facultad de Filosofía y Letras (UBA). Desde San Martín de los Andes, Patagonia Argentina, la Lic. AILÉN PONCE entrevistó a la artista visual VALERIA CONTE MAC DONELL.
En el borde entre dibujo, escultura efímera, performance, instalación, la obra de Valeria no puede definirse bajo una disciplina única. Desde el 2003 reside junto a su familia en San Martín de los Andes, un pueblo cordillerano lejos de las grandes ciudades, y desde entonces ha decidido dibujar una obra que acompañe la fuerte experiencia de vivir y aprender a vivir en un lugar distante, desconocido y resistente. Busca desarrollar su obra en sintonía, acompañamiento y confrontación con esta experiencia vital.
Ailén Ponce: ¿Qué pensás acerca del arte sostenible? pensás que tu obra se puede enmarcar dentro de este tipo de arte?
Valeria Conte Mac Donell: Me interesa pensar mi práctica fuera de las categorías establecidas: no creo que el arte tenga que dar un mensaje unívoco. No quiero encasillarme en un lugar. Si elijo como materia ¨el agua¨ no implica que mi obra sea ecologista y que su mensaje sea ¨tenemos que cuidar el agua”. Me gustaría que la ¨casa de hielo¨ diga mucho más que eso, incluso llegue a esos lugares donde las palabras no alcanzan. Me gusta pensarme en múltiples sentidos.
AP: ¿Tenés fuentes de inspiración? ¿Cuáles son?
VC: Muchas, miles. Cada obra es un mundo. En general surgen a partir de una obsesión o de necesidades vitales. En “La conquista de lo inútil”, por ejemplo, yo deseaba tener una casa, pero no contaba con el dinero suficiente para construirla. En ese momento habían caído las cenizas del Puyehue, el pueblo estaba gris y triste. Nos instalamos con mi pareja y nuestra hijita en un galponcito en el terreno que teníamos cerca del Lago Lolog. Era invierno, las mangueras tenían que estar abiertas para que el agua no se congelara.
Por las mañanas, lagunas de cristales de hielo aparecían alrededor de los regadores. Entonces pensé ¿Y si construyo nuestra casa con hilo y la congelo, quedará estructurada en vertical como queda el pasto? Construí de hielo la casa a escala real siguiendo los planos de nuestra futura casa.
El frío va pasar, también surge de una necesidad vital y casi de supervivencia. Después de dos años, ya estábamos instalados en nuestra casa de madera y barro, pero aún seguíamos en obra y hacía mucho frío. Todos los días me despertaba y decía “ el frío va a pasar, el frío va pasar”. Se me ocurre, entonces, dibujar con alambre aquello que precisaba mi casa para poder habitarla, como en un acto de “psicomagia”.
AP: ¿La idea de ritual aparece en tu obra?
VC: No sé si en el sentido literal del ritual, pero sí creo que a partir de la construcción de una obra la realidad se transforma, si accionamos un deseo algo ocurre.
AP: Esta psicomagia que mencionás, ¿Crees que es una fuente de inspiración en tu arte?
VC: Soy de leer y estudiar mucho, pero no sabía nada del concepto de psicomagia hasta hace unos pocos años y cuando lo encontré, ¡Claro, yo estoy haciendo esto! Entendí que yo no solo hago arte así, sino que vivo así. Debajo de nuestra cocina está enterrado un jarrón de barro que guardan los deseos que un montón de personas nos regaló el día de nuestro casamiento. Y está donde debe estar, en el centro de nuestra casa.
AP: En este sentido ¿pensás en tu obra desde la praxis “arte y vida”? ¿Cuáles son tus ejes de trabajo?
VC: Sí, el motor es mi vida, no está fuera de ella. No creo que pueda construir obras respondiendo al deseo de otrx. Nunca me pasó, por suerte, aunque sí me invitaron a construir obras en determinados lugares. Crear para lugares específicos, me encanta.
Si hay un eje en mi trabajo, es el dibujo. Por ejemplo, en la obra Que cielo sea el fondo yo quería ser soportada por mi propio dibujo, que mis líneas sostengan el peso de mi cuerpo. Me cuesta trabajar de otra forma que no sea en tensiones o en líneas, es mi manera de entender el arte y de entender lo que hago yo. La línea está ahí en tensión todo el tiempo.
AP: ¿Qué pasa con el espacio y el tiempo en tu obra? ¿Hay algo de performance en tu obra?
VC: El espacio y el tiempo son una materia más de mi obra. Trabajo con el alambre, con el tiempo y con el espacio. El territorio/espacio donde trabajo es clave, sea una sala de exposiciones o en la montaña. Nunca está escindida la obra de su espacialidad. La obra es si el espacio donde está así lo permite. No puedo pensar una obra en abstracto, sin situarla. Trabajo con la transparencia, sólo se ve si el contexto la devela. Me inquieta lo efímero, lo que aparece y desaparece. La ilusión de lo que no está, se ve o no se ve depende del lugar donde te encuentres. No me gusta lo concreto o lo visualmente estable.
Con respecto a lo performático, entendiendo el accionar como parte de la obra, eso me ocupa bastante. Yo empecé dibujando y quise sacar el dibujo de la hoja, del soporte plano y meterme dentro. Una vez que estuve adentro, lo transformé con mi cuerpo en experiencia. Y ahora me cuesta mucho pensar en obras que no estén ligadas a la experiencia. ¿Es performance? La verdad, no lo sé, ni tampoco me preocupa. También se podría decir que estoy muy ligada al arte dramático, mi última obra Como abandonar un barco es casi una puesta en escena teatral. Prefiero que hablen sobre esto los espectadores o críticos, no es el tipo de reflexión en la que me embarco como artista.
Una de las grandes problemáticas que encuentro en mi trabajo, es registro. ¿la obra la hago para la foto? Para mí no es sólo eso.
Conquista de lo inútil la hice para que podamos construir nuestra casa. No me interesa trabajar para el registro. Hace un tiempo que trabajo en la idea de generar experiencia con un público presente. En la obra Que el cielo sea el fondo hicimos un evento en casa, en la que invitamos a un montón de gente, curadores de Buenos Aires, gestionamos que el “ko-ko” (colectivo urbano de San Martín de los Andes) llegue hasta la puerta de casa, lleno de pasajeros. El público se sentaba en sus reposeras y comían unos pancitos que Tomás (mi pareja) había hecho en el horno de barro y estaba yo tejiendo la obra, dibujándola en el aire, se hacía de noche y seguía sumergida en la experiencia de la obra. En este sentido me interesa pensar en la experiencia del espectador, generar climas, atmósferas, situaciones. No sólo que el público se enfrente a la obra en su estar cotidiano, sino conseguir modificar su percepción. El atardecer en Que el cielo sea el fondo es fundamental: que el sol esté cayendo. Lo mismo en Como abandonar un barco tan oscuro al principio, completamente sonora, el público tiene que ajustar muchas teclas sensitivas para poder empezar a ver y escuchar. Hay algo de clima, de experiencia del ¨estar ahí¨ que me ocupa mucho cuando pienso en la obra.
© Valeria Conte Mac Donell- “Que el cielo sea el fondo”
AP: Cuando mencionás la importancia del paisaje en la obra ¿Considerás que la naturaleza es parte de la obra?
VC: La naturaleza es la obra. La oscuridad sería otra territorialidad, por ejemplo. El “no límite” de la oscuridad. Hay algo de lo infinito que te da la nieve, que te da el cielo, que te da el negro. La inmensidad desde lo visual.
A veces la naturaleza es mi amiga o mi cómplice, en otras oportunidades que me juega en contra, la casa de hielo se cayó cuatro veces, porque el peso del hielo es imposible medir y las paredes si no estaban bien tensadas, se derrumban. Por un lado, dejo actuar a la naturaleza y por otro lado me pongo minuciosa, la gota que cae tiene que caer de una manera particular para tensar la línea que deseo dibujar.
El frío va a pasar, durante 4 meses tejí con tanza y alambre cada elemento que quería que mi casa tenga para ser confortable y poder habitarla. Planeaba congelarlos, como hice en la casa de hielo, en vez del exterior esta vez construí el interior. Pero la nieve cambió mi obra: el día que vino Paola Sferco (que es mi gran amiga y la que hizo muchos de los videos de mis obras) nevaba terriblemente, en lugar de líneas de hielo, apareció, la nieve blanca y profunda de fondo. No la regué y la obra fue ese dibujo de alambre sobre la nieve. Ahí dejé que actúe la naturaleza. Estaba con un amigo, Horacio Occhi, que también me acompaña un montón con mis obras, me dijo “no prendas el regador, mira todo lo que está pasando, si prendes y regás todo lo blanco va a desaparecer, y vas a perder la oportunidad de que la nieve sea el fondo de esta obra”. Lo dejé así y apareció una obra desconocida.
AP: Siguiendo la idea del trabajo con lo efímero: como por ejemplo en la obra Conquista de lo inútil, ¿crees que esto responde a la idea de los ciclos naturales? ¿Cómo podrías relacionar el proceso de lo efímero en tu obra con los ciclos de la naturaleza?
VC: Tal vez por venir de otro lugar, yo soy de Buenos Aires, hay algo del hielo, de la nieve y el blanco que me conquista. La nieve es mi papel, me permite trazar líneas, dibujar. La espacialidad el blanco me fascina, trazar una línea que se hunda en la nieve.
AP: En relación a la idea romántica del artista, ¿consideras tu práctica artistica en colaboración con un colectivo? ¿De qué manera?
VC: Yo egresé de la Prilidiano Pueyrredón, en el 2001, cuando empezó el boom de las clínicas de arte, soy parte de una generación de artistas que crecimos charlando y compartiendo nuestra obra. No comparto la idea del artista encerrado en su taller. Cuando llegué a San Martín de los Andes, me costó un montón encontrar interlocutores , tenía amigos artistas que no me contaban lo que estaban haciendo, no estaba instalada la idea del crecimiento de la obra y del artista a través del diálogo con otrx. De a poco y con los años fuimos creando, entre varios, una plataforma de diálogo y colaboración. En su momento el Fondo Nacional de las Artes realizó clínicas de arte en la región y así fuimos generando grupos de colaboración y producción, por ejemplo, el proyecto Manta, coordinado por Suyai Otaño, de residencia artística, en el que colaboro activamente. También a partir de experiencias de seminarios en los que participamos con un grupo de artistas creamos Fuego en la torre: somos trece artistas de la región y también de La Pampa que trabajamos en red y en colaboración. Me cuesta pensarme sin otros, necesito una mirada, el cada proyecto crece cuando lo compartís.
El año pasado tuve la experiencia de crear una obra, Como abandonar un barco, formada por ocho artistas: Erika Mazzieri, Jorgelina Balsa, Tomás Campbell, Marina Viganó, Guadaluoe Guevara, Emilia Tosar, también invité a Carmen Baliero que realizó la dirección sonora ¡Un enorme desafío trabajar ocho personas en acción!
Ahora estoy trabajando con Hernán Camoletto, haciendo obras ensayos en conjunto: son experiencias, ejercicios. La autoría no importa, las decisiones son compartidas. Ese es el desafío. Me encanta ayudar a producir obras de otros. Es maravilloso cuando uno le da a otra obra lo que el mismo artista no puede entregarle.
AP: En este sentido ¿cómo vivís tu experiencia como docente en el campo artístico?
VC: Yo soy RE docente, me encanta. Coordino talleres en el CIART N5, la Escuela Superior de música, y en Puentes de luz. Nunca me imaginé que iba a ser profesora cuando estudiaba en la Pueyrredón, yo quería ser artista. Y la verdad es que me descubrí en un lugar maravilloso. Dar clases de artes me fascina y me ayuda muchísimo pensar mi práctica como artista y como ser humano.
AP: Vimos algunos de tus vídeos, son de una estética y una sensibilidad muy particular ¿considerás como una expresión poética o una poética en sí?
VC: Las primeras obras de intervenciones en la naturaleza hasta que el cielo sea el fondo trabajaba con Paola Sferco quién hacía el registro audiovisual. Ella siempre me regalaba visiones que yo no tengo y que me parecen maravillosas, después editábamos y elegíamos juntas. Por otro lado, las fotos de ese momento las tomó con Santiago Gaudio y Suyai Otaño, a los que admiro. El registro es algo que tengo que cuidar y elegir bien el ojo que está mirando la obra. Sin embargo, no es lo que más me gusta de la obra, a mi me gusta estar ahí adentro.
AP: En la Argentina notamos una tendencia en las artes visuales de pensar el mundo desde una concepción más integral. ¿Cómo vivís este momento histórico tan particular siendo artista? Tomas Saraceno referente ineludible del movimiento de arte y ecología, en una entrevista realizada por Télam dijo que es indispensable pensar nuevas formas de habitar el mundo. Desde el arte ¿cuál crees que es el camino?
VC: Cada vez necesito más meter las manos en la tierra. Me cuesta pensarme como un artista que sólo trabaja en su taller, no podría. De hecho, yo empecé a producir cuando me fui de la ciudad, a partir de la conexión con este lugar extraño para mí, acá es donde empezó mi obra.
AP: ¿En qué estás trabajando ahora? ¿Tenés un próximo proyecto en mente?
VC: Como te contaba, estoy haciendo este intercambio con Hernán Camoletto que fue en el invierno, porque trabajamos con la nieve y unos textos. Él es poeta y artista visual. Estamos investigando aún. Y también estoy trabajando en “cositas”… pero que todavía no quiero contar!
Más sobre Valeria en: https://www.valiconte.com/