Cuando me enteré que pronto se inauguraba la muestra Minimalismo, Posminimalismo y Conceptualismo 60’ 70’ en Fundación Proa enseguida pensé que sería ideal para visitar con mi hija y sus compañer@s de sala de 4 años del Liceo Francés.
La exhibición reúne al grupo de artistas americanos fundadores de dichos movimientos con sus obras tempranas. Bruce Nauman con su obra de neón y videos, Fred Sandback con sus sutiles piezas con hilo que delimitan el espacio, Sol Lewitt con sus propuestas conceptuales en sus Wall drawings, objetos y diseños y Dan Flavin con sus piezas de tubos fluorescentes.
Líneas verticales, horizontales y líneas oblicuas, formas geométricas, los colores, el arte abstracto, el volumen y las tres dimensiones. Una ocasión perfecta para que l@s niñ@s vean y sientan con el cuerpo los conceptos artísticos que venían trabajando en el colegio guiados por Silvina, la maestra.
Con valentía, atravesamos la ciudad rumbo a La Boca en hora pico en un bus escolar con 24 chic@s llenos de curiosidad. Llegamos a la intersección de Caminito y el Riachuelo con algunos minutos de retraso, ese día había cortes en diferentes zonas de la capital federal.
Ingresamos a Proa donde nos esperaba Paula y, rápidamente, nos zambullimos en la penumbra de la primera sala. Frente a la pieza de neón de Bruce Nauman la educadora sorprendió a l@s niñ@s contándoles que con esos garabatos lumínicos el artista escribió su nombre.
Estos artistas querían dar vuelta el mundo del arte, “ponerlo patas para arriba”, crear objetos que no eran ni pinturas ni esculturas con una economía de recursos y en las cuales lo más importante era la idea o el concepto.
En sus innovadores videos inexpresivos Nauman involucra su cuerpo haciendo una acción repetitiva: en este caso, camina sobre una forma cuadrada marcada sobre el suelo con pasos exagerados. A los chic@s les divirtió mucho imitarlo y poner también en juego sus propios cuerpos.
Toda una hazaña fue atravesar la siguiente sala sin que los niños tocaran los hilos acrílicos con los que Fred Sandback lleva la desmaterialización del arte a sus límites. Dibujando en el espacio y creando una obra que interactúa con el ambiente (la arquitectura y la luz) Sandback ratifica que la etiqueta “arte minimalista” es reductora y simplista. Los teóricos de la época intentaban abarcar con esta categoría manifestaciones tan diversas que hacía que no fueran reconocibles por sus propiedades materiales (si bien el carácter industrial solía ser un denominador común) sino más bien por las reacciones que provocaban en los espectadores y por la presencia que imponían en las galerías.
En el trabajo de Sol Lewitt surgen analogías entre el minimalismo y el conceptualismo, evidenciando el solapamiento entre categorías de la historia del arte que no son estancas. Si bien sus “estructuras” tenían mucho en común con los “objetos específicos minimalistas”, las instrucciones para construir sus obras a modo de receta dejan en claro que lo fundamental son las decisiones que toma de antemano el artista y que la ejecución de la obra es un aspecto meramente mecánico. De este modo, Sol Lewitt se consolida como el progenitor del arte conceptual. Sentados en ronda junto al gran Wall painting azul y blanco los chic@s jugaron a identificar las formas geométricas y a “ser artistas” concretando las consignas que Paula les transmitía: “Cerrá los ojos y escribí tu nombre”, “Dibujá tu comida preferida mientras que la pronunciás en voz alta”, entre otras.
La sala con los tubos de neón de Dan Flavin es sin lugar a dudas la más fascinante para chic@s y grandes. Varios dijeron intuitivamente al ingresar: “estamos en un teatro”, no en vano a sus primeros trabajos de 1961 con bombitas de luz Flavin los llamaba “íconos” por el potencial de la luz para generar una contemplación ritualizada. Este gran artista explota al máximo la cualidad de la luz fluorescente y de lo que se puede hacer plásticamente con ella jugando con las variaciones de tonos y de escala. Dan Flavin nos sumerge en una realidad “otra” creando espacios de color, ambientes donde el color es el gran protagonista invadiendo nuestros sentidos. Más que de un obra se trata de una “experiencia fenomenológica”. Con sus tubos fluorescentes inunda y distorsiona los espacios y los cuerpos que lo transitan.
Nos quedó pendiente descubrir “ Molinete”, la obra que Dan Graham instaló en la explanada de Proa unos días después de nuestra visita. Esta estructura circular con espejos bidireccionales, concebida especialmente para este sitio, plantea un juego de reflejos entre el espacio circundante, la luz solar y los cuerpos que atraviesan el laberinto. Otro desafío para el espectador a poner el cuerpo y vivir una experiencia lúdica esta vez en el espacio público.
Agradecemos a todo el equipo de educación de Proa y las felicitamos por su dedicado trabajo.
Para visitas en familia: La valija didáctica que está disponible en sala es una gran herramienta para que los más chic@s se apropien de los obras y experimenten de una manera interesante y divertida un recorrido autoguiado!