Arte
ESTADO DE PERMANENCIA: entrevista con Mariana Ticheli.
Sofía Jacky Rosell
Curadora y profesora en Historia del Arte
hola@comunidadpan.co

El año pasado (2020) fue el año en el cual todo se detuvo y en el que algunas cosas se hicieron evidentes, otras decantaron e incluso muchas afloraron. En el ámbito del arte el aislamiento fue motor pero también agente paralizante. Significó, al tiempo que arrojó una ausencia de sentido. En ese contexto surge la obra El Corral de Mariana Ticheli, una artista formada en danza, actuación y performance en distintos lugares del mundo: desde Mendoza, su lugar natal, pasando por Barcelona y Salerno, hasta Buenos Aires, donde actualmente reside en el Barrio La Paternal. En sus trabajos no sólo su cuerpo es el soporte de las producciones, ella también explora diferentes técnicas como la ilustración, la pintura y el collage.

Su obra El Corral, seleccionada por el III Encuentro de Video, organizado por Umbral Espacio de Arte y Mundo Performance,  está realizada bajo los lineamientos de una autoficción que explora el estado de permanenciaatravesado durante el 2020. Este género autoficcional vacila entre los mundos de la novela y de la autobiografía, en donde los límites entre lo real –autobiográficoy lo ficcional novelesco– están desdibujados. En momentos de crisis e incertidumbre, cuando algo cambia el rumbo de lo planificado, nos vemos envueltos en una sensación de irrealidad, una paradoja donde habitan elementos en apariencia contradictorios. Es en ese sentido que se detecta una correspondencia exacta entre esta obra y el contexto en que fue producida.

© Fragmento de El Corral, Cortesía de la artista

Sofía Jacky: En un momento te referiste a este contexto pandémico y de encierro como un estado de permanencia que se asemeja a un renacer o florecer. ¿Qué cosas afloraron en este estado de permanencia y con qué te encontraste?

Mariana Ticheli: Creo que lo que sucede con la permanencia es un estado o sensación de quietud, donde todo lo que está dando vueltas en el cuerpo o mente cae…lo que tiene peso claro.  Y creo que te encontrás con la vida, quiero decir con el cotidiano, con el día a día: despertarse, respirar, comer, dormir… y a veces eso cuesta. También en medio de este transitar aparecen recuerdos, personas y conversaciones. Como mi abuela materna, casi como un fantasma… hermoso espectro presente. Ella en agosto de 2020 hubiese cumplido 100 años, y me pregunté quién hubiera sido mi abuela si hubiese tenido la oportunidad de vivir en otro contexto, en otro lugar, en otras circunstancias. Me pregunté cosas que antes no se me hubieran ocurrido: me pregunté si mi abuela bailó alguna vez.

También los contactos con los seres queridos, esas conversaciones a través de la computadora. Por ejemplo, en medio de una videollamada me comentó mi mamá que cuando yo era beba se me tapó un lagrimal y lloraba sin lágrimas y con los ojos abiertos. Pensé “qué loco llorar con los ojos abiertos” y se me vino esa imagen de ojos bien grandes, abiertos y vidriados. Pensé en esa imagen: ojos vidriados, llenos de agua. Y me pregunté: ¿puedo llorar sin lágrimas?

En medio de toda esta permanencia también aparece mi papá, me comentó que tomaba clases de teclado, pero que con este contexto tuvo que suspender, así que se compró un libro instructivo con lecciones de piano impreso en papel. Cada tanto me envía audios, donde se escucha cómo toca torpemente la melodía del cumpleaños feliz.

Todo esto me traspasó y salió a la luz para convertirse en obra.

 

SJ: En El Corral aparecen las contradicciones: felicidad y angustia, exploración y encierro. Me recuerda a una frase de Tanizaki en El elogio de la sombra que dice: “… se ha visto obligado a hacer de la necesidad virtud.” En el proceso creativo a veces hay una sublimación de la realidad. ¿Crees que en esta obra sucede algo parecido?

MT: Totalmente, quiero decir es un reflejo de la realidad y emociones transitadas, en donde plasmo mis sombras, las ofrezco y expongo con libertad. Estas historias que me atraviesan, se entrecruzan y dialogan con el contexto actual: un virus que parece que viene a visibilizar la desigualdad de oportunidades que siempre existieron en nuestro país. El año pasado se contagió y murió una referente social de la villa 31, Ramona Medina, días antes ella reclamaba agua potable en el barrio. Ramona, de 42 años, era paciente diabética e insulino-dependiente y se contagió, quedó internada en grave estado y falleció el 17 de mayo en el hospital Muñiz en la ciudad de Buenos Aires. Es entonces cuando vuelvo a preguntarme si puedo llorar sin lágrimas o si puedo bailar la tristeza.

Todas estas historias, pensamientos, sucesos me calaron en esos meses y sentí la necesidad de hacer. Esa necesidad impetuosa y voraz.

© Fragmento de El Corral. Cortesía de la artista.

SJ: En un escrito sobre la obra mencionás al corralito de bebés y cómo éste impide la exploración, tan necesaria para reconocer los límites entre el cuerpo y los agentes externos. Pienso en la idea de encierro pero también en la idea de protección y de resguardo implicados en este tipo de corral ¿El cuerpo en esta obra se desarrolla en un estado de encierro o de resguardo?

MT: Creo que en esta obra se desarrolla en un estado de total resguardo y cuidado, como en la mayoría de las obras que hago. Más allá que exponga estados o emociones que socialmente no están bien vistos (pareciera que incomoda que alguien hable de la muerte, la tristeza, la angustia, la melancolía) siempre mi cuerpo está en un estado de cuidado, es mi herramienta de trabajo y quiero usarla mucho tiempo más.

© Fragmento de El Corral. Cortesía de la artista.

 

SJ: En El Corral hay un solo cuerpo que está limitado en un espacio, está aislado. ¿Cómo lidia la performance con el “límite” en este caso?

Desde un comienzo lo tomé como una auto ficción en video arte quizá. Como un trabajo en solitario sin público por el contexto real que estaba atravesando, en el que estaba en casa sin ver a otras personas. Lo planteé desde un comienzo así. Si son cosas diferentes: cuando accionás en vivo con espectadorxs se genera un ida y vuelta de energía contundente, si la gente habla, si esta en silencio…si forma parte de la acción que se propone.

© Fragmento de El Corral. Cortesía de la artista.

SJ: ¿Cómo te sentís con este formato de video arte, crees que sea un recurso potente para futuras producciones o preferirías volver al contacto con el público?

MT: ¡Qué buena pregunta! Estoy sumergiéndome en este formato de video arte o auto ficción y me seduce mucho… me tiene obnubilada esta manera de componer, de hecho estoy en dos proyectos más junto a otres artistas. Considero que se hace muy visible en esta área contar con un equipo de trabajo, colaboradores, co-creadores, realizadores. En este momento estamos terminando la edición de “Extensiones Líquidas”, (es un trabajo que se hizo el pasado 6 de marzo en El Local, con público en vivo y directo) la versión audiovisual corriéndonos por una línea híbrida y con instalaciones de artistas visuales. Se podrán ver instalaciones de “Aguas inferiores” de Alejo Arcuschin y de “Mitze” de Juan Miceli jugando con proyecciones más un cuerpo que acciona por el espacio. En cuanto al contacto con el público seguramente seguirá: la experiencia del vivo y directo con público alrededor es una energía muy potente y que considero irremplazable.

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