Un viaje al pasado y la chispa que enciende un futuro prometedor se hibridan en un mismo espacio gracias a un presente marcado por la alianza familiar. Mientras Oscar Pintor disfruta de su retrospectiva en FOLA (Fototeca Latinoamericana) -que recorre más de cinco décadas de su vida en imágenes- su hijo Pablo expone por primera vez sus fotos a metros de las icónicas series que convirtieron a su papá en un fotógrafo tan reconocido como querido por sus colegas. Un recorrido que llega a su fin dándole paso a un viaje prometedor e incierto marcado por la experimentación y el entusiasmo que traspasa generaciones.
Más de 70 fotografías en blanco y negro de las series más distintivas de Oscar –Interiores, Cuerpos, Trompe LOeil, Retratos, Nocturnos– marcan en “Vuelta a las fuentes” el pulso de una vida edulcorada por la fotografía. La cotidianeidad de Pintor, como la de la mayoría de los artistas, se repartía entre el trabajo estable que le permitía sobre vivir, la vida familiar y su oficio de fotógrafo. Ya en San Juan -donde nació y vivió- sacar fotos mientras iba a trabajar, en el camino, era más que un pasatiempo; una necesidad. La voluntad de fotografiar estaba marcada por la pasión y la tentación de no sólo buscar la imagen sino construirla. “La fotografía es una necesidad irremediable de hacer”, decía por aquel entonces.
La pasión de Oscar no se esfumó, pero sí cambió de forma; transmutó. Hubo un tiempo en el que le resultó difícil comprender (mejor dicho, aceptar) que esa necesidad irremediable de hacer ya no lo atravesaba; la única manera de seguir fotografiando era mediante la búsqueda activa de ese fuego que alguna vez sintió al sostener la cámara en sus manos. A veces, sin resultados amigables. “¿Te seguís sintiendo fotógrafo?”, le preguntó una vez su hijo. Pregunta que su papá no logró responder. La única certeza es que su inmensa retrospectiva montada en la iluminada sala de FOLA reúne las inquietudes que lo marcaron a lo largo de su vida atravesada en San Juan y Buenos Aires: la cruda presencia de la ausencia, la íntima conexión con sus retratados, la picardía de engañar lo que el ojo cree que ve, los paisajes desolados que conservan destellos de vidas pasadas y los espacios nocturnos que registraba en las significativas caminatas que hacía con su hijo.
Las fotografías en blanco y negro de Oscar contrastan con “Transeúnte”, la serie de su hijo Pablo que irrumple en el anexo de la Fototeca Latinoamericana mediante sus explosivos colores. Si bien es un reconocido director de cine, esta es la primera vez que expone uno de sus proyectos fotográficos. Lo significativo reside en que su primera exhibición se gestó luego de que finalizara Memoria Fotográfica, que también se proyectará en una de las salas de FOLA junto a ambas muestras. Esta película nació de la necesidad de Pablo de que su papá viajara a su tierra natal a reencontrarse con los espacios que supo fotografiar – que hoy por hoy yacen en ruinas- con la intención de que intentara (re)conectarse con el fotógrafo del comienzo. No solo fue un viaje geográfico, sino en el tiempo. “La película la inicié hace 30 años, cuando yo todavía era solo su hijo. Y la retomé a los 43, cuando ya era padre de tres chicos y sentí la necesidad de terminarla”, contó Pablo en RECREO, el podcast de FOLA. Si bien lo motivaba entender qué pasa cuando la pasión por lo que alguna vez fue el motor de una cotidianidad desaparece, al director y fotógrafo lo inquietaba aún más descubrir porqué esta ¿maldición? había recaído sobre su papá, su gran referente.
La infinita polución de imágenes potenciada por el crecimiento exponencial de las redes sociales hizo que Oscar perdiera el equilibrio. No reniega de las nuevas dinámicas, pero ya no tiene tan en claro por dónde pasa la fotografía. “La sigo valorizando como hecho en sí, como el registro de una vivencia que queda. Sin embargo, a nivel artístico la imagen ha explotado hacia cualquier lugar. Existen zonas inexploradas en las cuales no sabés si esa fotografía puede servir para algo, si hubo una búsqueda o es una vanguardia pasajera”, reflexionó en RECREO, remarcando que si bien se siente desorientado no es prejuicioso con las nuevas dinámicas fotográficas. Al contrario, sigue reivindicando la libertad en el hacer.
Aunque el placer de ver sus series montadas en un mismo espacio -listas para tentar a que los visitantes las resignifiquen creando nuevas historias y generando puntos de contacto- es inmenso, no se asemeja al entusiasmo de que su retrospectiva también sea el puntapié para que Pablo comparta una porción de quién es mediante algunas de sus imágenes. Un intenso proceso de antaño que culmina con el inicio de una travesía propicia, marcada a fuego por la misma sangre.
Las exhibiciones pueden verse hasta el 21 de febrero de 2021, todos los días (incluidos los fines de semana) menos los miércoles de 12 a 19 horas. Los turnos se reservan mediante la página web: https://fola.com.ar/reserva-de-turnos/.
Enlace del episodio de RECREO en el que padre e hijo charlan sobre esta exhibición: https://open.spotify.com/episode/6lFpBlpXg9FF31q2pwMLdH