
El viernes 22 de noviembre del 2024 Luis Felipe Noé visitó su muestra titulada
“CAOSIENDO Obras 2023-2024” en la Galería Rubbers del barrio de Recoleta. Allí se
produjo un breve encuentro frente a una de sus obras; un cuadro en blancos y negros con
un ojo ubicado en el centro de la parte superior. Se intuían ríos en la obra, y por ello
cuando empezó a contar el proceso, me pareció oportuno grabarlo. Esta es la
transcripción literal de lo que dijo:
Un pintor propone, y el cuadro dispone.
Y todo es diálogo con el cuadro: un proceso.
Primero dije “que tenga materia, blanca”.
Después hice aguada…después la aguada la manejé con mayor insistencia o menor
insistencia según las partes.
Después pasó que la aguada se metía un poquito en las formas, y entonces empecé
a
seguir el dibujo del borde de la materia con el agua, como se había marcado, y empecé a
dibujar todo eso casi como si fuese un bordado.
Después avancé, avancé, avancé (fue un largo proceso) y luego me dí cuenta de que
faltaban más algunos blancos.
Entonces, con corrector blanco, hice las líneas de esos otros blancos.
Y después- al final entonces- dije “algo falta todavía” y yo en una obra había hecho un ojo
que me había gustado, así, que era como un logo mío casi la marca y le hice copias a ese
ojo.
Y lo pegué y lo seguí trabajando.
Y ahí terminó la obra.

Es curioso cómo la apuesta a la inmortalidad que implica para algunos devenir artista
empieza en la mayoría de los casos por nutrir y no dejar morir el niño que uno lleva
adentro. Y es que las configuraciones de una persona expresiva son tan tempranas.
Todas las obras de la exposición eran lúdicas y la descripción del cuadro habla de una
actitud casi infantil; como de saber el castillo que se quiere e ir por más arena. En la
descripción de su obra Yuyo tampoco utilizó ninguna palabra difícil ni tuvo ninguna
pretensión narrativa.
Yo me sentía afortunada de pasar un rato con él, que estaba sentado, cuando de repente
una chica se acercó muy sorprendida porque se acababa de dar cuenta de que “Yuyo” era
“Noé”. Emocionada y con actitud de reverencia le comentó que había venido de zona
Norte a ver la muestra y que nunca se imaginó que esa tarde se le presentaría la
oportunidad de conocerlo. Yuyo fue la persona más cálida e interesada por su visitante
mientras le preguntaba cómo había venido. Luego ella le dijo que también era artista y le
mostró sus propias obras en Instagram a lo que el artista respondía “Yo hice cosas con
esa técnica en una época también”, “qué interesante”.
Yo creo que esa paridad tácita del encuentro entre dos personas desprende la grandeza
verdadera. No creo que Noé pueda morir, y no porque los cuadros no vayan a disponerlo,
sino porque va a habitar por décadas en los corazones de todos los que le fueron
cercanos.
