El Museo de Arte Moderno de Buenos Aires exhibe desde fines de febrero un mural de 330 metros cuadrados del artista cordobés Elian Chali, que cubre gran parte de la fachada del edificio con geometrías y colores vibrantes. La esquina del museo, ubicado en Av. San Juan en el barrio de San Telmo, recibe a su público con banderas de colores y una arquitectura de ladrillos a la vista. Ahora esta estructura principal se une a Plano inesperado y la fachada se convierte entonces en un “llamador”, festivo y vital. Este trabajo, producto de un largo proceso con la curadora Carla Barbero y el equipo del museo, es un statement del mismo, que tiene como intención vincularse más al barrio a partir de acciones con artistas contemporáneos.
Por distintas ciudades del mundo Chali ha dejado su impronta con murales a gran escala que transforman edificios patrimoniales, cuestionando el límite del ‘muro’ como elemento entre el afuera y el adentro. Una tradición urbana como el grafitti, en donde se reivindica el “juego en la calle”, la socialización y la apropiación del territorio comunitario.
El activismo disca –que nuclea a identidades y corporalidades con diversidad funcional y/o discapacidad– acompaña sus expresiones. Sus diseños, siempre organizados a partir de planos de colores primarios, abren el espacio como un estallido que desintegra las superficies preexistentes para mostrarnos otra visión de las estructuras que creíamos estáticas.
Conversamos con el artista acerca de esta intervención específica:
Pía Dalesson: ¿Qué aspectos tuviste en cuenta a la hora de diseñar este proyecto, considerando la topografía específica del Museo?
Elian Chali: La verdad es que fue un trabajo en conjunto con la curadora (Carla Barbero) y el equipo técnico del Museo. Fuimos explorando y preguntándonos a dónde se encontraba el punto dulce de mi trabajo en relación con la institución, el barrio, la coyuntura.
El museo como soporte resultaba un desafío por su condición patrimonial -por ende alegórica, histórica, social, etc. por lo tanto, la elección de la fachada interna tuvo que ver con la posibilidad de escala, sus condiciones previas y el efecto con el espacio publico.
En cuanto a lo formal, las decisiones fueron por una geometría blanda, amigable, para contrastar la rigidez monumental/medieval de la fachada toda.
PD: ¿Qué nos podés contar acerca de tu proceso creativo?
ECH: Siempre trabajo con bocetos porque trabajo con mucha gente, por lo tanto programar cada proyecto es fundamental para lograr el objetivo. Generalmente el proceso va de digital a analógico, es decir, diseño en la computadora a partir de fotografías y luego se construye la obra a mano.
Me interesa esta metodología particularmente, no solo por su practicidad a la hora de organizar y proyectar, sino también el carácter digital del resultado. Es decir, considero que vivimos en un entorno donde la virtualidad y la “realidad” convergen cada vez más. Poder desandar el camino del binomio real-digital y que sus efectos conduzcan a una poética particular, creo que es una buena forma de problematizar nuestros contextos.
PD: Tal vez es un poco antipática la pregunta, pero te quería consultar ¿qué pasa con las rejas? de algún modo tapa el mural y no se puede recorrer por dentro, sólo queda verlo de lejos…
ECH: Es parte del preexistente. Para mi la obra tiene capacidad de resonancia en dos direcciones: por un lado, lo que sucede con el afuera y su entorno inmediato. Por otro lado, lo que sucede hacia adentro de la institución. Considero que las dos vías donde resuena el proyecto, tiene resultantes diferentes pero igual de potentes. El museo cuestionando a sí mismo su rostridad, sus organización interna, sus procesos de trabajo, no me parece menor en este proyecto. De alguna manera la incidencia de mi obra busca señalar esto. También, para la escala de la obra y su visualidad desde automóviles por ejemplo, la reja funciona como un layer, un pequeño filtro que no deja de surtir efectos en la obra. Esa protección ambigua de la intemperie como la reja y el techo donde se desarrolla la pintura, no dejan de participar del espacio publico de manera activa.
No me generó demasiadas preocupaciones la reja en esta obra, aunque claro, considero que las mismas son obsoletas y violentas.
PD: ¿Cuán importante es para vos trabajar en equipo? Creo que es fundamental hoy en día resaltar esta parte de tu trabajo.
ECH: Cien por ciento. No solo para poder ejecutar mi trabajo, que se activan varios grupos de personas internas o externas a la institución o a mi equipo. Sino también para disputar las condiciones laborales y sus efectos en las vinculaciones humanas.
Trabajar en equipo es también una forma de relacionarse y revela de las mas finas emociones también. Eso es también materia básica para mis procesos creativos.
PD: Creo que tu obra y tu manera de vivir puede ayudar a mucha gente como inspiración. ¿Qué mensaje te gustaría que transmita tu obra?
ECH: No veo el arte como comunicación, ni creo que tenga esa responsabilidad. Ni yo, ni el arte. Solo creo que existen algunos puntos de interpelación que suceden en niveles impensados, con sensibilidades distintas. Me interesa que mi obra ablande, cuestione los entornos en donde vivimos, los elastice.
PD: ¿Algún edificio que te gustaría intervenir y aún no lo hiciste?
ECH: Ninguno en particular. Más me interesan los contextos que los edificios. Claro que una construcción que tiene en si una carga intensa por su condición histórica y demás, me resultan mas tentadores por que tengo elementos desde donde seguir pensando. Pero también tuve la oportunidad de intervenir en edificios que no dicen nada y están en contextos super ricos y que la obra desprenda buenas reflexiones.