Por distintos motivos, la obra de Candelaria Palacios escapa de lo convencional, remitiéndonos inexplicablemente a las tintas en sumi-e del arte oriental, la mirada exótica romántica de los pintores viajeros y el trabajo de taller minucioso de pintores del barroco flamenco. A través del dibujo, la artista plasma su vínculo sensorial con el universo y la naturaleza. La sofisticación de su obra se halla precisamente en la simplicidad de sus líneas y texturas.
De visita en su taller y a la pregunta de cómo se definiría, cuáles son sus preferencias y cómo es un día laboral Candelaria cuenta:
Candelaria Palacios: Principalmente soy artista visual, y eso define mucho mis días. Quizás “dibujante” es una palabra que también me define y me nutre. Gran parte de mis horas y mis días los paso en el taller dibujando. Tengo una familia grande y mi vida transcurre entre Chacabuco y Buenos Aires, lugares que son parte de mí como persona y como artista. Pero mi vida es un todo integrado, y el ser artista es la elección que inunda todos los aspectos de mi cotidianeidad.
Dolores Lamarca: ¿Cuál fue la formación que te marcó en el camino en las artes visuales?
CP: Soy profesora de dibujo y pintura. Asistí al taller de crítica de Kenneth Kemble, un maestro riguroso que creo que me marcó a la hora de elegir el arte como vocación y profesión. Después fui al taller de litografía de Lucrecia Orloff y ahí descubrí la nobleza del papel como soporte y me fasciné con el contraste del blanco y negro. Allí se me abrieron nuevas posibilidades que se sumaron a lo que venía trabajando en pintura. Luego comencé a asistir a los seminarios de Yuyo Noé y creo que esa etapa me definió desde un lugar más interno e introspectivo como artista. Yuyo es una persona de una humanidad increíble, que me ayudó a conectar con mi práctica artística desde un nuevo lugar. Salir de lo que “se tiene que hacer” y pasar a trabajar con lo que yo siento y quiero.
DL: ¿En qué momento de tu carrera sentiste que estabas alcanzando tu estilo?
CP: Pienso que mi estilo se fue armando con el tiempo y mi forma de trabajar se fue afirmando al salir de mis zonas de comodidad para buscar lo nuevo y genuino de mí misma. No siento que haya decidido o me haya propuesto hacer las cosas de cierta manera, sino que llegó un momento en que salió de mí, me gustó y me di cuenta que no podía dejar de hacerlo. Creo que a partir de ahí me sentí artista y ya no hubo concesiones, ni marcha atrás.
Trabajo mucho sobre fondos negros y pienso que esto es algo que define bastante mi imaginario. Me gusta pensar en la imagen de un pescador y su caña con la que va sondeando las oscuras profundidades del agua, sin saber que surgirá del fondo, pero con la certeza de que algo va a aparecer. Esto es lo que siento al dibujar sobre el negro. A veces me asusto con lo que aparece, o pienso que no sirve, o no me gusta, pero continúo y continúo hasta que sale lo que sale.
DL: ¿Cómo es el desarrollo de tus procesos creativos?
CP: Mi forma de trabajar es sin boceto, sin una planificación previa. En el momento de enfrentar el papel blanco o negro siento un gran desasosiego. Comienzo con una línea y después con otra y otra. Recorro la hoja, la pongo en la mesa y voy caminando alrededor de ella, trabajo desde distintos lugares, la giro… y sigo. Una vez que ingreso en la obra y entro en ritmo, trabajo de manera muy obsesiva, dibujando línea por línea, como un mantra constante, como una oración en la que hay inquietud y deleite a la vez. Trabajo de manera abstracta, porque estoy centrada en la línea y la trama, en lo más micro. A veces emergen figuras más precisas, que tienen que ver con mi cotidianeidad, formas que no fueron ni pensadas ni planeados, pero que encuentran un lugar en la hoja. En general, no sé bien hacia dónde va este proceso, porque es completamente intuitivo y muy lento. Me es imposible apurar un trabajo, porque voy entendiendo qué pasa en la hoja, trabajo con el tiempo, línea por línea. Aparecen las tramas, una trama trae a la otra, borro, agrego tinta, a veces color, todo en un proceso de prueba y error. Y llega un momento, que lo siento un poco mágico, en el que me doy cuenta que terminé con esa obra.
DL: ¿Te han dicho alguna vez que tu obra tiene una cierta reminiscencia al arte oriental? Será por la relación que tienen tus trabajos con la naturaleza o por la infinita paciencia con que trabajás cada obra?
CP: ¡Sí, más de una vez me lo han dicho! Siempre me gustó el arte oriental, en especial los trabajos de los primeros artistas anónimos que estaban horas y horas en el taller. Me identifico sobre todo con su paciencia. Y, en la imagen, por el trabajo en tinta sobre papel y con reminicencias a lo natural.
DL: Tus dibujos tienen una aparente sonoridad. ¿Será por los títulos como “Ruidos de la primavera” o “Sonidos en la noche” o porque, al incorporar muy poco color, agudizamos otros sentidos?
CP: Sí, mi forma intuitiva de dibujar inevitablemente me contecta con todos los sentidos y creo que eso se vuelca en la hoja. Trabajo en un taller que es un galpón con techo de chapa, y ahí se escuchan todos los sonidos de la naturaleza: escucho a los perros, los caballos, cualquier animal que pasa por ahí, el viento, la lluvia, las plantas… No es intencional representarlos en mis obras, pero mi oído los percibe, ya los siento como parte mía y van surgiendo en el espacio, en la hoja. Tanto la sonoridad como el silencio son elementos que me interpelan y que se trasladan a la obra. También, en casa estoy rodeada por amantes de la música, una hija música, mi marido escucha música constantemente… las melodías forman parte de mi vida, sin dudas.
DL: ¿Cuáles fueron tus mayores satisfacciones en tu carrera profesional?
CP: Cada proyecto terminado da mucha satisfacción, como también haber conocido a muchas personas a través del arte… mi grupo de amigos, que se formó a partir de los seminarios de Yuyo Noé, me alegra y enriquece muchísimo. Tengo también la suerte de ser artista de la galería Rubbers, con quienes trabajo de una manera muy fluida. Concretamos varias muestras juntas, en la galería, y también me facilitaron experiencias en el exterior. Estas situaciones me permiten dar pasos en mi carrera.
Creo que la gran satisfacción en mi carrera profesional es el crecimiento y la oportunidad de hacer lo que me gusta. Obviamente, las muestras y reconocimientos son una motivación y hasta, a veces, necesarios para continuar, pero son efímeros y luego hay que continuar trabajando. Entonces pienso que el mayor placer está en ver lo que puedo ir logrando a nivel artístico y personal, en verme plasmada en mi obra.
© Todas las fotos gentileza de la artista Candelaria Palacios.