Conocí a Ruth Gurvich en Francia donde vive hace ya más de 30 años. Me abrió generosa las puertas de su luminoso atelier en las afueras de París una mañana calurosa y soleada del mes de agosto. Ruth partió muy joven a la capital francesa donde estudió Bellas Artes, luego de haber transitado un par de años por la carrera de Arquitectura y de haber obtenido el diploma de Bellas Artes en la Universidad de Córdoba, su ciudad natal.
El papel es su material predilecto, punto de partida e hilo conductor de sus exploraciones con diferentes técnicas y materiales. Ruth explota sus múltiples características. Su textura, su espesor, su flexibilidad y ligereza, su grano, su maleabilidad y porosidad. Sobre el papel dibuja con lápiz y pinta con acuarela. Lo mide, lo corta, lo pliega, lo refuerza con pegamento y cartón componiendo volúmenes.
Con papel construye delicadamente objetos que replican símbolos culturales (como las sillas de Marcel Breuer o Le Corbusier, un avión, porcelanas antiguas chinas o francesas) que se alivianan al liberarse del peso de la historia. Pierden su función utilitaria. Luego los aplasta evidenciándose el desorden, la fragilidad humana. Lleva a cabo una decodificación de sentidos para construir una nueva codificación. Estos objetos aplastados y encuadrados como pinturas conservan, no obstante, una tridimensionalidad, un volumen que les es propio.
Dicha deconstrucción la condujo hacia otro gesto: la construcción de prototipos en papel como modelos para porcelanas. En el año 2004, Gurvich comenzó a trabajar con este material milenario en el marco de residencias que tuvieron lugar en Limoges, Francia. Algunos años más tarde, y hasta la actualidad, continúa el trabajo en porcelana en colaboración con la Manufactura alemana de Nymphenburg. Ruth redescubre nuevas perspectivas y posibilidades que le ofrece la porcelana, cuestiona su fragilidad ligada con lo femenino y lo doméstico. En ese pasaje del papel a la porcelana las formas clásicas, como platos, teteras o fuentes se geometrizan al conservar las facetas de la forma construida en papel. Ruth decide si les da terminación mate ( biscuit) con lo cual absorben las sombras, o esmaltada, brillan reflejando la luz como una pintura. Cada detalle está pensado en el trabajo de la artista cordobesa.
Ruth transita de un material al otro, de una técnica a la otra, de un oficio al otro, va y viene con una naturalidad admirable. Pareciera que nada la frena en ese andar que atraviesa transversalmente categorías y etiquetas. Ella escapa a cualquier clasificación, no acata los límites preestablecidos.
La labor de Gurvich disuelve los límites entre arte/artesanía/artes decorativas que impone el relato hegemónico de la « Historia del Arte » canónica. Cuestiona esas categorías estancas al exponer sus piezas en museos que no son de Bellas Artes, de Arte Moderno o de Arte Contemporáneo proponiendo cruces inesperados entre disciplinas. « La primera vez que expuse en el Museo de la cerámica en Limoges [Francia] en 2002 eran objetos de papel, no porcelanas. En esa época mi trabajo era sólo en papel. » Gurvich altera las fronteras entre los géneros, lleva a cabo una perturbación de códigos. El Museo de Arte Decorativo y de Diseño de Bordeaux adquirió sus jarrones en papel. Los Museos de Artes Decorativas de París y de Lyon expusieron sus obras en porcelana y papel. En su obra se pone en juego una « contemporaneidad dialéctica », en palabras de Claire Bishop, que poco tiene que ver con el arte contemporáneo presentista y a la moda avalado por el mercado de arte. Desplegando múltiples temporalidades Ruth circula por los márgenes de estos circuitos mercantiles y trastoca las lecturas cristalizadas por la historia del arte.
Su formación temprana en arquitectura conduce a Ruth a apropiarse del espacio, a ocuparlo, hacerlo suyo. Ella piensa cómo se verá la obra en el espacio, en relación a otros objetos. « Cuando empecé a hacer los objetos, hice tres modelos de platos por que me hacían falta para armar el grupo … Cuando hago las obras las pienso desde el punto de vista del espectador pienso cómo se va a ver todo. Nunca pienso al jarrón como un objeto solo, aislado. Siempre me hace falta el grupo. » Ruth tiene muy presente la idea de naturaleza muerta al proyectar estos conjuntos de objetos. « Sigo pensando en las naturalezas muertas de Chardin, de Fantin Latour, y de Morandi, pienso en ellos cuando hago mis porcelanas de hecho hago esas porcelanas por que están en los cuadros ». De este modo, proyecta una puesta en escena, una disposición espacial de los objetos.
Su vínculo con el oficio, el savoir-faire artesanal es comprometido, Gurvich investiga y aprende a conciencia cada una de los procedimientos técnicos que le interesan. El trabajo con los artesanos de las diferentes manufacturas históricas es un trabajo complejo en equipo: « Aprendí a lidiar con la dificultad de trabajar con artesanos que muchas veces no entienden o no comparten mi visión artística. Hay que llegar a acuerdos y hacer concesiones. Poco a poco fui entendiendo cómo trabajar con ellos». Gurvich saca a la luz el hacer, el proceso de producción, por eso en las porcelanas pinta los números correspondientes a las medidas escritas en lápiz sobre el modelo en papel. Con una intención de hacer visible la estructura del objeto y de indagar « el misterio de las cosas ».
La dimensión material en la obra de Ruth es insoslayable. Lo matérico es protagónico, esta artista hace hablar a cada material, sea papel, metal, porcelana, cuero, textil, respeta la condición del material. He aquí donde, siguiendo al filósofo francés Louis Marin, radica la fuerza de su producción: en la opacidad de la autorrepresentación, es decir, del objeto que se presenta representando y constituye con ello a quien la mira como sujeto mirando.
Frente a su obra nuestras certitudes se desmoronan, nada es lo que parece. Los deslizamientos nos descolocan. Su trabajo en continuo movimiento oscila entre la forma y el ornamento, la fragilidad y la permanencia, entre la frialdad de la geometría y el desorden humano, la materia y la forma. Ruth Gurvich nos enseña a interrogar las verdades naturalizadas y nos desafía a recorrer los márgenes de lo incuestionable.
Algunas de las piezas en porcelana y sus prototipos en papel de esta artista forman parte de la exhibición colectiva “Diseño en acción” en Fundación Proa, Buenos Aires, Argentina. Puede visitarse hasta el 9 de Junio.