Celina Baldasarre
Paisajes de carbón, recortes intuitivos
La madera, el fuego, el carbón, los minerales, son temas recurrentes en mi obra y aluden a mi interés por el paso del tiempo. La obra transita entre el devenir constante y el pasado cargado de romanticismo, modos de ser arbitrarios que conviven en hojas de papel. Los dibujos conforman texturas uniformes extensas, deteniéndome también en la especificidad del mineral, identificando su patrón, su ser único. Estas entidades cobran otra magnitud cuando coexisten con paisajes oníricos, que refieren a dibujos japoneses, entreverados con la indefinición del trazo y de la forma. Los collages son de pequeño formato y en ellos están presentes secciones de figuras humanas junto con paisajes, rocas y geometrías. El dibujo en tinta o carbón centra y organiza los recortes de papel en blanco y negro seleccionados de revistas de moda. El trabajo en principio es intuitivo, ampliándose para conformar varias entidades que remiten a una totalidad en la lectura del conjunto. Las manos trabajan automáticamente y la cabeza no tiene nada que hacer. Así que pienso en todo, en cada detalle mínimo, recorro cada segmento y después empiezo a alejarme, a disolverme en sueños, en mi propia inestabilidad. Voy tan atrás como puedo recordar. La melancolía de mi propio ser me revela mi estado de ánimo. Una vez dispuestas las piezas sobre las hojas en blanco, se configuran fragmentos de mujeres acarreando las exigencias propias y ajenas. Recortadas emergen de un dibujo intrincado, como queriendo escapar de la maraña. Algunas salen, otras quedan atrapadas. Sus sombras son geométricas. Las tipografías se posicionan equilibrando la imagen. Posteriormente el conjunto queda inmóvil, ni el viento puede moverlos, todo es pasado. Sufro por la pérdida del objeto amado, pero compruebo con cada trazo, con cada menuda mancha, puesta ahí como el síntoma de una muerte segura, que no tengo otro lugar a donde ir.