Trabajo dando vida a escenarios que navegan entre el límite de lo que existe y lo que se muestra de forma alterada para nuestros sentidos. El carácter envolvente de mi obra, por momentos escenográfico, engendra atmósferas nuevas, distintas, silenciosas, ruidosas, acaso extrañas. El color, maniobrado groseramente, en cantidades que pueden ir desde una pizca a una mancha inmensa que se adhiere abarcando una gran superficie, es una herramienta para provocar estados anímicos, movimientos internos que puedan entrar en sintonía con esa atmósfera que propone la obra.

Tengo una relación muy cercana con mis materiales. Especialmente con el color y con el papel, el cual actúa como puente con el azar. La mancha azarosa frente a la mancha pensada. La mancha inesperada frente a la mancha controlada. Todas conviviendo. Un contorno es dibujado primero con lápiz, luego las manos dibujan cortando sobre el color una segunda línea que se apoya en el paso de la primera. Pero que en su construcción, propone pequeños accidentes propios del rasgado dándole un nuevo carácter a esa figura que contiene. Incluso, hasta puede provocarle un gesto inesperado. Me pierdo en esta sensación inagotable de control y azar para detenerme y ver el resultado. Estudiarlo. Sentirlo. Identificar si la atmósfera fue modificada y leer qué me devuelve.