Arte
“El presente en drag”
Irene Müller Lohidoy
Colaboradora
comunidadpanarte@gmail.com

Si bien el origen etimológico de la palabra drag es discutido, podemos ubicarlo sin mayores inconvenientes durante la segunda mitad del siglo XIX, en el contexto del burlesque victoriano, refiriéndose a los actores hombres quienes portaban vestimenta de mujer. Sin embargo, lo que señala no es novedoso si pensamos en el teatro griego, Shakespeare y sus actores o las óperas barrocas quienes presentan tempranos ejemplos de esto. Pasamos de siglo y el término se populariza entre el 1950 y 1960 en la jerga británica polari propia de la subcultura camp. ¿Qué cambia? El contexto, quienes se apropian del vocablo y de qué manera.

Candy Darling y Andy Warhol en “Beautiful Darling.” Anton Perich

Hoy en día resulta fácil encontrar la palabra drag relacionada al mundo del arte. La misma compone la lista de temas trabajados en numerosas exposiciones, bienales internacionales y variados proyectos. Podemos pensar en la novena edición de la Bienal de Berlin cuyo título reza “The Present in Drag” (el presente en drag) curada por el colectivo DIS, la Bienal Whitney del 2017 inspirada en el programa de televisión Race Drag de RuPaul el cual busca la siguiente Superestrella Drag o incluso The New Art Dealers Alliance (NADA) con su colección de ropa llamada Contemporary Drag diseñada por artistas. 

Más allá de ser un tema más en los pasillos del mundo artístico, y muy de moda por cierto, el mayor aporte de lo drag radica en la naturaleza intrínseca del concepto, donde lo drag le otorga un mecanismo de gran poder al arte.

Diversos artistas han creados obras bajo esta lógica de lo drag, la lógica de “arrastramiento”. Una dinámica que nos obliga constantemente a reformular la relación entre significado y significante, a cuestionar y deconstruír los rígidos arquetipos sociales: el alter ego cargado de subversión y enigma de Marcel Duchamp, Rrose Sélavy o el alter ego Claude Cahun de Lucy Schwob.

Siguen este camino posteriormente artistas como Cindy Sherman y sus disfraces, Ana Mendieta y su vello facial masculino, y Gillian Wearing con sus máscaras quienes cuestionan los lineamientos impuestos a su género. Al mismo tiempo, encontramos Drag Queens documentadas en obras de artistas como Andy Warhol quien nos presenta a Candy Darling y Mario Montez, Charles Atlas nos presenta a Leigh Bowery, Nan Goldin a las comunidades en los 80 y principios de los 90.

Más allá de todos estos maquillajes y vestuarios, radica uno de los aspectos más vitales del espíritu artístico, la posibilidad de cuestionamiento, deconstrucción y visualización de nuevos significados y por ende, infinidad de otros mundos posibles.

Autoretrato. Claude Cahun, 1929
Transplante de vello facial. Ana Mendieta, 1972
Exposicion de Cindy Sherman en el Museum of Modern Arte de San Francisco 2012 ©torbakhopper
Misty and Jimmy-Paulette in a taxi, NYC. Nan Goldin, 1991
Rrose Selavy (Marcel Duchamp). Man Ray, 1921
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